Las abuelas tenemos una complicidad singular con los nietos.
Ser abuela es una de las aventuras en la vida que más ternura despierta.
Al detenernos y pensar en nuestros abuelos, un sinfín de sentimientos y recuerdos emergen del baúl de nuestra memoria y de nuestra historia.
Todos los que hemos podido disfrutar de los abuelos tenemos recuerdos entrañables.
De mi abuela materna aprendí a hacer ganchillo, a pelar naranjas, a usar el bicarbonato y a poner inyecciones. Todo lo que yo hacia le gustaba y me animaba siempre haciéndome creer que yo era la mejor.
Ahora que soy abuela disfruto haciendo aquellas comidas que les gusta a mis nietos…...hacemos “ crèpes sanas” así las llaman ellos, (crepes hechas con avena), los famosos macarrones de las abuelas ( que lo que tienen de distintivo es que están hechos con amor y tiempo :)) y pizzas caseras, donde me ayudan a vaciar la nevera y darle todo tipo de colorido a la pizza.
Es curioso que en casa de la abuela se lo comen todo, incluso aquello que en sus propias casas no quieren comer. Y es que…..la abuela tiene unos “poderes” que transforman, incluso los gustos.
Por Cesca Planagumà
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