Ser abuelo puede ser muy fácil o muy complicado. Se te acumulan primero los años, luego las experiencias, las ilusiones y porque no decirlo, las decepciones. Puedes mirar al pasado y celebrarlo. Esta actitud te ayudará a vivir el presente y lo que te quede por delante, o puedes mirar a tu pasado y verlo con tristeza. El pasado, lo quieras o no, lo tienes en un baúl, en un desván.
Si sabes vivir en presente, como abuelo verás que lo mejor no son tus experiencias del pasado, sino tu familia actual. Tu familia es la mejor posesión que tienes, ni tu jubilación y si me apuras tampoco ni tu salud, que como mucho se mantiene estable. La gente que te ama, que te rodea, a la que amas y con la que te relacionas. Ésta es tu mejor posesión, y en ella destaca el ser abuelo. Al menos, lo es para mí. En mis nietos, revivo todo lo que soy y he sido. Revivo en mí toda mi infancia con mis abuelos, esas historias y experiencias y ahora tengo la oportunidad de volcarlo, de transferirlo a mis nietos y de disfrutarlo con ellos.
Un abuelo no se improvisa, se va haciendo. Un abuelo tiene dentro al hijo que fue, al nieto que, posiblemente, recibió el cariño de sus abuelos, al padre que se esforzó por criar a sus hijos, y ahora al abuelo, que humilde pero intencionalmente quiere estar al lado de sus nietos. El abuelo tiene dentro de si todas estas edades: niño – joven – adulto – y todas esas experiencias acumuladas. ¡¡Qué riqueza y qué legado!!
Qué bendición de Dios es poder llegar a ver a los hijos de tus hijos, a tus nietos. En mi caso, seis. Llegar a ser abuelo es una de las grandes experiencias de la vida. No quiero desaprovechar esta oportunidad, ese privilegio y esa responsabilidad que me brinda la vida de SER UN BUEN ABUELO Y UN ABUELO BUENO!!
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