Estamos llegando a unas fechas muy esperadas y que, en muy pocos días, nos hablarán de un hecho que ocurrió hace más de dos mil años. Como muy bien nos dice el diccionario: Navidad es la “Festividad /Conmemoración del nacimiento de Jesucristo”, conmemoración que viene cargada de buenos propósitos.
Parece ser un buen momento para hablar de treguas, en lugares donde existen guerras. También puede ser un momento oportuno para que los gobernantes hablen de paz, y a su vez, para que la iglesia llame a la reconciliación a familias que no se hablan.
¡Y cómo no! un llamado a la sensibilidad de ayuda al prójimo, al más necesitado. En definitiva, parece ser el momento de llevar a cabo todas las acciones que de alguna manera contribuyan a hacernos o a vernos mejores.
Claro está que no podemos olvidarnos de la importancia que también se le da en estos días a las compras, regalos, viajes, etc. Que sin ser nada malo, a veces nos alejan de esos buenos propósitos que antes comentábamos.
Tal vez si nos preguntamos: ¿Y después qué? Nos daremos cuenta de que como cada año los propósitos de bondad del ser humano se van y hasta la próxima “Festividad/Conmemoración del nacimiento de Jesucristo” no volverán.
¿De qué nos sirven todos estos buenos propósitos apoyados en nosotros mismos?.De poco, porque nos cansamos, somos inconstantes y pronto nos olvidamos.
Pero qué distinto será si es Jesucristo quién nos acompaña y en quién descansamos, porque es imposible dar sentido a la Navidad, si dejamos fuera a su autor Jesús, ya que de Él viene el Amor, la Paz, la verdadera Alegría y la mejor celebración de la Navidad: “Emmanuel Dios con nosotros”. Esto nada tiene que ver con la Navidad que, en general, la sociedad presenta año tras año, y que una vez pasa, aparecen de nuevo los mismos errores, maldades, depresiones y desesperaciones.
Desde SPA os deseamos una feliz celebración de esta Navidad vivida y enfocada en ser esos abuelos transmisores de valores cristianos, como padres a nuestros hijos y como abuelos a nuestros nietos con una clara intención de dejarles un legado, que perdure de generación en generación.
Deuteronomio 4: 9 (5º libro de la Biblia)
“¡Pero tened cuidado!. Prestad atención y no olvidéis las cosas que han visto vuestros ojos, ni las apartéis de vuestro corazón mientras viváis. Contárselas a vuestros hijos y a vuestros nietos.”