Vivimos en un mundo donde cuidamos mucho nuestro físico, así como nuestra emociones; pero hay una parte importantísima en la vida de nuestros nietos que tiene que ver con su espíritu. Es este “rincón”, al que llamamos alma, que necesita ser cuidado tanto o más que el físico o el emocional.
Los abuelos que profesamos ser cristianos y que creemos en el poder de la oración, nos encontramos frente a un gran reto. Todo lo que nos envuelve está lejos de acercarse ni si quiera a este mundo trascendental, que no vemos ni tocamos, pero que es tan real como el aire que respiramos.
Somos conscientes del mundo en el que les ha tocado vivir a nuestros nietos y, de alguna manera, quisiéramos acompañarlos, aconsejarlos, transmitirles valores y principios que les puedan ayudar y salvar en más de una ocasión. Valores y principios que nosotros mismos no solo aprendimos, sino que hemos creido y más aún, experimentado. Me estoy refiriendo a nuestra fe en la persona de Jesús, en todo lo que promete a los que depositamos nuestra confianza en él y al gran poder que tiene la intercesión.
A través de la oración, llegamos donde nunca podríamos llegar. Jesús nos insta a interceder unos por otros y qué mejor que interceder por nuestros nietos. No podemos estar donde nuestros nietos están o estarán, dónde irán, con quién se relacionarán, pero la oración no tiene fronteras ni distancias.
Si eres cristiano y crees que la oración puede llegar donde tu no puedes llegar, protege a tus nietos con tus oraciones. A veces lo único que podemos hacer es orar, en medio de situaciones difíciles…situaciones en casa, un divorcio donde ellos sufren, amigos que tienen y no nos gustan, decisiones que toman y que nos preocupan, desánimo, etc. Pedir a Dios que los proteja, que Él esté en medio de esta situación dificil, que los rodee de buenos compañeros, que sepan tomar la decisión correcta, que les haga sentir lo muy amados que son…
¡Ora por tus nietos y con tus nietos! Que sepan que el abuelo, la abuela hablan a menudo con Dios de ellos y de sus dificultades. Esto creará complicidad entre vosotros dos. Es un terreno que os pertenece a ambos y en el que tus nietos podrán sentir seguridad y descanso.
Cuando oramos con ellos, hagámoslo específicamente, por ejemplo:
“Señor Jesús, te pido por Marcos, por su corazón triste. Recuérdale lo mucho que Tu le amas y yo también. Gracias Jesús, porque Tu siempre estás con nosotros y por cuidarnos. !Amen!”
¿Sabes? El mayor “peligro” de la oración es que Dios responde. No a nuestra elocuencia, sino a nuestra necesidad. El poder no está en la oración, está en quien la escucha.
Posiblemente, algunos de los que estáis leyendo esto, estáis sufriendo por algun nieto. Haríamos lo que fuera para cambiar el rumbo que nuestro nieto ha escogido en esta etapa de su vida. Pero es en situaciones de dolor y de conflicto cuando los abuelos podemos dar la paz, tranquilidad y serenidad que ni los propios padres, a veces, pueden aportar.
¿Sabías que uno de los nombres por los que se conoce a Dios es el de Redentor? Según el diccionario, redentor significa el que pone fin a un dolor. ¡¡Bonita definición!!
Dios pone fín a tu dolor dándote una esperanza nueva, ayudándote a ver a tu nieto en perspectiva, no lo que ahora es, sino lo que puede llegar a ser. No hay nada que Dios no pueda cambiar, quitar, limpiar o sanar.
Recuerda…su nombre es Redentor. Clama a Dios, cuéntale tu historia y descansa. “Los grandes árboles crecen donde el viento es más fuerte”
Personalmente, deseo que mis oraciones afecten a la próxima generación, es decir, a mis nietos. Que los vientos que traten de derribarlos solo consigan hacer de ellos árboles más grandes y más fuertes porque están bien enrraizados.
¿Te unes a ser uno de los abuel@s que oran por sus nietos?
Quien recibe este comentaris.. me lo podesis decir?